En estos momentos de incertidumbre económica, el auténtico bar ibérico, el 'Bar Manolo', 'Bar Lola' o 'Casa Pepe' de toda la vida, está en peligro de extinción. Esos humildes hosteleros que han nutrido a generaciones de panzas españolas a base de patatas bravas, tortilla o callos, necesitan nuestra solidaridad si no queremos que sucumban ante la pujanza de los 'Sandwich & friends' u otros engendros similares.
¡Compañeros, no os pedimos que desenfundéis vuestras hoces, como si fuerais 'segadors'! No hace falta que convoquéis a los 'soviets', ni que toméis la Bastilla. Ni siquiera que tiréis tomates al inquilino de La Moncloa o del Palau. Nuestra tarea revolucionaria consiste en tomar las barras de los locales de este tenor que aún existen, y alimentar nuestros espíritus con sus croquetas, con sus cañas, con sus fideuás, con sus albóndigas...
No penséis que se trata de actos triviales. Las futuras generaciones agradecerán nuestro gesto, nuestra lucha por preservar nuestro legado, nuestra memoria histórica. Pensad que hemos visto cosas que el resto de la humanidad no creería. Atacar cochinillos en llamas más allá de la calle Laurel. Hemos visto alitas de pollo brillar en la oscuridad, cerca de la Puerta del Sol. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia si no lo evitamos.
martes, 19 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
Esas pizarras mágicas...
Las pizarras de los bares, tascas, restaurantes y otros templos de la hostelería ofrecen al viandante motivos de alegría y satisfacción. Las mil maneras diferentes de sugerir a sus clientes el consumo de "frankfurs", "frantfuts", "francfurs" o "beikon", "becon" o "beicon" son ya clásicos. De vez en cuando aparece un mensaje diferente, en el que un sabroso producto made in Catalonia, como los tradicionales canelones, se convierten en un plato exótico que nos transporta al excitante mundo de la fontanería. ¿Un deseo profesional frustrado del camarero de turno? ¿una escasa atención en la clase de lengua española de la señorita Mari Puri?
lunes, 4 de noviembre de 2013
Nuevos hitos en la hostelería
Dos clientes agradecidos posan con un honrado trabajador de la hostelería que para ganarse el pan ha de contribuir a la imagen de la marca aguantando el símbolo del local, el euro al que cobran las cervezas y algunas tapas. Las franquicias, como es el caso de 'La sureña', se han adaptado a la crisis ofreciendo cubos de quintos a precios ridículos y raciones de combate para todos los gustos. Es la versión ibérica del fast-food. Siempre serán mejor que un Burger King, al menos educan a los más jóvenes en el gusto por el chiquiteo y por el picoteo...
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