Una de las tascas entrañables que salen mencionados en el libro, El balcón del Cinca (Freser, 226), ha colgado la portada y la reseña en un lugar de honor del local. Tino, el alma mater de este singular local de la zona de Camp de l'Arpa, nos recibió con cariño, y tras charlar sobre el estado de la hostelería catalana, y loar las bondades de su modesto establecimiento, brindamos por todos aquellos que saben disfrutar de los bares de barrio.
Óscar, uno de los parroquianos que han adoptado este local como su segundo hogar, departió con nosotros durante un par de horas entre quinto y quinto. Tras disfrutar de unos (pocos) botellines, y repasar las virtudes de los bares de "toda la vida", no llegamos a ninguna conclusión. Como ha de ser, porque lo importante es disfrutar del camino, no el destino final.
Para nosotros es un orgullo que nuestra modesta obra adorne las paredes de uno de los bares que visitamos con sumo placer.
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